viernes, 22 de junio de 2012

BIOGRAFÍA

José Luis Yáñez García nació en Xalapa, Veracruz, México y a los 18 años exploró por primera vez la Cueva de la Orquídea y escaló el Cofre de Perote (4,286 metros de altura), inscribiéndose en el Club de Exploraciones de México A. C. en 1977.

En este club escaló los volcanes más altos de la Republica Mexicana por las rutas más dificiles: Pico de Orizaba (5,747 metros), Popocatépetl (5,452 metros) e Iztaccíhuatl (5,286 metros), obteniendo por ello un Diploma de Honor por parte del CEMAC, ascendiendo al rango de guía.

Se especializó en buceo en zonas de arrecifes y en 1980 fundó la Asociación Veracruzana de Espeleología con la que ha explorado numerosas grutas, cavernas, rios y lagunas subterráneas, localizando muchos vestigios prehispánicos y prehistóricos que le valieron reportajes y entrevistas en la televisión nacional y de diversos paises.

Descubrió, exploró y dió a conocer los túneles subterráneos de Xalapa y la Cueva de la Orquídea. También es escalador de roca.
Sigue realizando exploraciones y fomenta los deportes extremos entre los jóvenes para mantenerlos alejados de los vicios.

Brinda y recibe consejos, informes y sugerencias al telefono 01 228 8-10-59-79 o al correo electrónico: joseluisyg2012@gmail.com


José Luis Yáñez García

CUEVA DE LA ORQUIDEA

La primera incursión subterránea que llevé a cabo fue a la actualmente llamada Cueva de la Orquídea a mediados de 1970 cuando su único acceso era un agujero en su bóveda de apenas 60 centímetros de diámetro.

Amigos de las calles de Luxemburgo y Belisario Domínguez (yo vivia en la primera) así como algunos alumnos de la entonces secundaria "Antonio María de Rivera", formamos el contingente sin más equipo que una gruesa y tosca cuerda de ixtle de diez metros de largo que adquirí en un comercio cercano al mercado Jáuregui. Algunos llevaban linternas y otros no.

En la calle de Allende abordamos un autobús urbano Calvario Estación y al llegar al sucio y maloliente lote baldío de la ahora restaurada caverna, ubicada a un costado de la avenida Miguel Alemán, amarramos la cuerda a uno de los postes de energía eléctrica que están casi sobre su bóveda.

Primero descendió un compañero, atándose la soga a la cintura y una vez que tocó el piso de la húmeda y oscura cueva de naturaleza volcánica, desató el nudo y gritó a los de afuera para que jaláramos la cuerda.
Después el que esto escribe dijo "Ahora voy yo" y tras un sencillo amarre nos descolgamos unos seis metros sin tocar fondo hasta que las suelas de nuestras botas pisaron unas rocas sueltas.

En menos de tres minutos el grupo completo estaba dentro de la caverna y conforme nos acostumbramos a la oscuridad nos íbamos percatando de sus enormes dimensiones.
Mide unos 30 metros de ancho por 60 metros de largo y desde la parte más baja del piso hasta el tragaluz natural con forma de orquídea que a la postre dió nombre a la caverna, la altura aproximada es de 10 metros.

No obstante por esa época los vecinos la empleaban de basurero por lo que bajo el tragaluz había una enorme montaña de basura y animales muertos que casi alcanzaba las rocas volcánicas de la bóveda natural del imponente antro xalapeño

Con más miedo que entusiasmo recorrimos todo el largo de la hoquedad y al final apreciamos un pequeño hueco en la pared y tras caminar en cuclillas unos cinco metros, logramos penetrar a una cueva anexa a la gran caverna.
De ocho metros de largo por cinco de ancho y cuatro de altura esta cueva no tiene ninguna salida y no hay otra ni tampoco ningún túnel natural que llegue hasta el centro de la ciudad por lo menos desde el interior de la Cueva de la Orquídea.
De esto no quepa la menor duda porque en incursiones posteriores lo comprobamos plenamente.

Nuestra visita de 1970 está considerada como la primera de la historia con fines meramente deportivos pero el autor de estas lineas volvió a entrar a la caverna en marzo de 1983 y la dió a conocer a la opinión pública a través de una serie de artículos periodísticos, por lo que el nombre de José Luis Yáñez puede leerse en el letrero de información turística colocado a la entrada de la caverna.

Antes no tenía las entradas que ahora posee y en julio de 2011 la Lic. Elizabeth Morales García, Presidenta Municipal de Xalapa, abrió la caverna al turismo local, estatal e internacional, mediante recorridos diarios encabezados por jóvenes expertos, encabezados por Alejandro Montano.

El nombre de Cueva de la Orquídea le fué dado por Yáñez García en una crónica periodística y sugerimos a usted visitarla. No hay ningún peligro, la caverna es bellísima. Tampoco se cobra el acceso y al entrar le proporcionan casco, linterna y una amplia explicación. Lleve a la familia.

José Luis Yáñez desciende a la Cueva de la Orquídea en 1970.


José Luis Yáñez frente a la Cueva de la Orquídea en 1983.

jueves, 21 de junio de 2012

OTROS ANTROS XALAPEÑOS

Poco tiempo después recorrimos en su totalidad un singular túnel de barro, completamente recto de 120 metros de longitud por tres metros de ancho y tres de altura de naturaleza artificial porque su techo y paredes mostraban las huellas de pico y pala.
Se localiza en la colonia El Pocito de esta capital jarocha y la señora Macaria Córdoba Marín quien falleció a los 116 años de edad en una ocasión nos dijo que ella era muy pequeña cuando venía de Omeapan, municipio de Tlacolulan, caminando hasta Xalapa y que el túnel ya estaba construido.

Precisó que lo hicieron para captar las aguas de un manantial interior por lo que cuando lo exploramos tuvimos que hacerlo con agua hasta la altura del ombligo. Además estaba muy fría y corriendo ligeramente desde la parte más profunda hasta la entrada del túnel.

En esa ocasión solicité como elementos de apoyo a socorristas y paramédicos de la Delegación Xalapa de la Cruz Roja y entre ellos iban Jorge Arturo Gloria Carrales, Rubén Martínez Zárate, Saúl Rivera García y Miguel Angel Salgado Peralta.

El día era gris, frío y lluvioso por lo que tiritando efectuamos toda la exploración y al llegar al final del túnel vimos la entrada del tamaño del ojo de una aguja. También visitamos un ramal perpendicular de 40 metros de extensión e iniciamos el retorno.

Por el serio peligro que representaba para los vecinos, años más tarde autoridades municipales clausuraron la entrada del antro y en la actualidad sólo la colonia mantiene el nombre de El Pocito.
Al grupo se unieron dos valiosos y disciplinados prospectos y ellos son Raúl Marín Osorno y Bertoldo Santibáñez Cadena con los que penetramos a sitios subterráneos ubicados en el parque de Los Tecajetes, Paseo de los Lagos del Dique y uno bajo los arriates y fuentes del céntrico parque Juárez.

Respecto al túnel legendario que según la tradición oral comunica al parque Juárez con el cerro de Macuiltépetl, conseguimos permisos oficiales para efectuar excavaciones al pie de la torre incompleta de la Catedral, pero nos pareció que íbamos más allá de lo permitido al dañar la estructura de tan significativo edificio religioso.

No obstante, el presbítero Agustín Fuentes nos dijo que la torre incompleta de la Catedral no se concluyó porque al edificar los cimientos los trabajadores encontraron un túnel de naturaleza volcánica y por miedo a que no aguantara el peso se optó por dejar la torre inconclusa.
Añadió que por eso la banqueta exterior sólo se revistió de ladrillo manzarín en lugar de mosaico de mármol como se tenía previsto.

La presencia real del túnel también se menciona en el libro "Monumentos Coloniales de Xalapa" que para obtener la licenciatura presentó la doctora en historia Ludivina Gutiérrez, quién nos obsequió un ejemplar de su tesis.

Del mismo modo el señor José Robespierre Rosas, propietario de conocida farmacia en la Plazuela del Carbón nos reveló que cuando intentaron construir un sótano para almacenar medicamentos, tuvieron que desistir en la tarea porque vieron un pasadizo natural que seguía la misma dirección de la avenida Revolución.

En el interior de la catedral un sacerdote nos mostró un manantial de agua fresca y cristalina que brota del subsuelo y que se encuentra en un patio afuera de la sacristía.
En plano humorístico los presbíteros lo llaman la "pila de agua bendita" y está perfectamente disfrazada y oculta bajo una piedra labrada de forma elipsoidal.

A la altura de la Cruz de la Misión (Revolución y 20 de Noviembre) otro vecino manifestó que bajo su casa pasa un tramo del túnel, pero por diferencias de horario no fijamos fecha ni hora para conocerlo.
En el cráter del Macuiltépetl alguien nos mostró la pared donde supuestamente finalizaba el pasadizo, formado durante una de las erupciones del propio cerro.

Prueba de lo anterior es la gran cantidad de piedras de obsidiana que se colocaron en el piso de cemento del pasaje Revolución y que se encontraron al hacer los almacenes subterráneos así como la profusión de obsidiana que se localiza en las colonias Predio de la Virgen y Arboledas del Sumidero, así como en la Unidad Infonavit Sumidero, producto de erupciones del Macuiltépetl, auténtico volcán de 1585 metros de altura sobre el nivel del mar.

Estas manifestaciones volcánicas formaron cavernas naturales en las calles de Sayago, Justino Sarmiento y en el patio de una casa situada en la esquina de Pípila y 20 de Noviembre Oriente de Xalapa, Veracruz, México.



Rubén Martínez, Jorge Gloria, Saúl Rivera y Yáñez en El Pocito.

BAJO EL PARQUE JUAREZ

Si usted sube por las escaleras del parque Juárez situadas junto a la salida del viaducto, podrá ver en el primer descanso una reja con candado al pie del muro de contención del propio parque y frente a la pared poniente del Palacio de Gobierno de Xalapa.

Esta reja no siempre tuvo candado y después de las incursiones al túnel del centro de salud y a la acequia virreinal vimos que sólo estaba asegurada con un alambre por lo que ni tardos ni perezosos procedimos a quitarlo.

Traspasamos el umbral y en el interior vimos los restos de lo que bien pudo ser una bomba extractora de agua, colocada sobre una base de madera muy deteriorada y a punto de quebrarse.
Tuvimos que pararnos sobre las añejas vigas y tras cerrar la reja por dentro observamos que un angosto túnel artificial seguía con dirección hacia los arriates del parque Juárez pero a unos 10 metros de profundidad.

Raúl Marín, Bertoldo Santibáñez, Jorge Gloria, Máximo Hernández y el autor de esta crónica, José Luis Yáñez García, formamos fila con mucho esfuerzo debido a los escasos 80 centímetros de ancho del pasadizo pero había otro inconveniente y era precísamente que lo inundaba una gran cantidad de agua pesada.

Así se le llama cuando proviene de un manantial subterráneo y se caracteriza por ser más espesa y con ligero sabor a sales minerales pero nuestro objetivo no era analizar el agua sino explorar el túnel por lo que nos bajamos de las vigas y nos metimos al obscuro cauce.

El agua estaba muy fría, casi no llevaba corriente y nos llegaba hasta la cintura, pero vimos algo que nos maravilló y sorprendió hasta exclamar al unísono el grito de
"!míren, hay camarones vivos!".

Efectivamente, en el agua había numerosos crustáceos de los conocidos como burritos o camarones de río de color negro, nadando con la intención de esconderse de nosotros, metidos en su hábitat natural, cerrado tal vez durante mucho tiempo hasta nuestra incursión.

Bertoldo iba al frente y sólo jugamos con ellos, acercándoles las palmas de nuestras manos pero no lastimamos a ninguno y seguimos avanzando dentro del túnel y por los metros recorridos calculamos que debíamos estar bajo la fuente del parque Juárez cercana a Palacio de Gobierno.

El techo está formado por piedras largas y angostas conocidas como camarones, colocadas una al lado de otra lo que era señal inequívoca de que el antro se edificó cuando no se conocía la cimbra metálica ni la varilla.

Su presencia debe ser anterior a la construcción del propio parque Juárez si se toma en cuenta que el convento de San Francisco, edificado en el siglo XVI, estaba en el lado poniente y que fue demolido mucho antes de que el parque tomara forma a mediados del siglo XIX.

Avanzamos unos 25 metros hasta que una pared de ladrillo de manufactura relativamente reciente, impidió que llegáramos al inicio de la avenida Revolución pero apreciamos que el agua brotaba de la parte posterior del muro.

Quisimos derribarlo pero no deseábamos meternos en problemas por lo que al no detectar ramales ni disminución en el nivel del agua, decidimos regresar por donde entramos y colocar el alambre a la reja que sigue estando en su lugar.

Jorge Gloria, Bertoldo Santibáñez, Yáñez García, Raúl Marín y Máximo Hernández

TÚNEL DEL ESQUILÓN

Otro túnel que merece toda nuestra atención es el que se conoce como Túnel del Esquilón, municipio de Jilotepec, ubicado a un costado de la carretera Xalapa-Naolinco, adelante de la desviación hacia La Concepción del lado izquierdo.

Se han manejado muchas versiones acerca del origen de este curioso pasadizo pero cronistas e investigadores no se ponen de acuerdo por lo que aquí damos a conocer su verdadera historia, recabada entre vecinos de la zona.

Hacia el siglo XVIII había un pequeño ingenio azucarero en la congregación de El Esquilón pero la última fase del proceso se realizaba en el ingenio La Concepción y como todavía no se trazaba la actual carretera Xalapa-Naolinco se construyó el túnel bajo un cerro que ya contaba con uno natural que casi lo atravesaba.

Pese a ello, mucha gente trabajó para completar el túnel y dejarlo tal y como luce en la actualidad y muchos coinciden en que ya estaba cuando se inició la Guerra de Independencia porque en más de una ocasión fué utilizado por don Guadalupe Victoria para sorprender desde su interior a las fuerzas realistas.

La carretera Xalapa-Naolinco se construyó hasta el siglo XX y se respetó la salida del túnel del Esquilón mientras que del pequeño ingenio sólo quedan las ruinas de algunas paredes y ventanas.

El poblado del Esquilón también es muy chico pero sus habitantes utilizan el túnel para ahorrar más de un kilómetro de carretera así como fuertes lluvias o calor inclemente para dirigirse a otras congregaciones de la región.
Dentro del túnel caben dos jinetes a caballo y en 1993 lo exploramos Jonathan y Jair Yáñez Rodríguez, quien esto escribe y el reportero Norberto Galván de la televisión nacional quien descubrió en su interior una gota dorada que colgaba del techo, pero al no poder alcanzarla procedió a cargar en sus hombros a Jair que era pequeño.

Pese al intento no pudieron tocar la gota ni lograr que cayera al piso del túnel para analizarla y poder dar una opinión acerca de su naturaleza y origen.

Después seguimos adelante con dirección a la carretera Xalapa-Naolinco y llegamos a un sector natural del túnel donde toda su estructura está conformada por grandes rocas de colores que van del amarillo ocre al naranja y esto vale el "boleto de entrada" a tan antiguo pasaje subterráneo por tan sigular belleza.

No hay duda de que en su interior estuvo don Guadalupe Victoria a la postre primer presidente del México Independiente y tal vez por este detalle el túnel debería ser rescatado para constituirse en sitio turístico donde grupos de guías expliquen a los turistas todo lo relacionado con el túnel y su importancia estratégica durante la Guerra de Independencia.

La parte final del pasadizo está restaurada y reforzada con mezcla y piedras colocadas en sus paredes y su bóveda, mientras que el acceso anexo al poblado casi está oculto por el monte y la yerba, pero esto le brinda mayor originalidad.
Procure usted visitarlo, no hay ningún peligro. Mucha gente lo cruza a diario.


José Luis Yáñez y Constancio Murrieta dentro del Esquilón.

martes, 19 de junio de 2012

ACEQUIA VIRREINAL

Con el descubrimiento del pasadizo del traspatio del centro de salud se despertó en Xalapa y la región la fiebre por explorar túneles bajo la ciudad a tal grado que los propietarios de los inmuebles poseedores de accesos a los mismos, tuvieron que colocarles puertas y rejas con candados para evitar que grupos de curiosos entraran a recorrerlos a todas horas, incluso en horas de la madrugada.

Sin embargo alguien de la tercera edad dió a conocer que a 15 metros de la entrada al enorme pasaje subterráneo de Diego Leño está la de otro con mayor longitud que cruza bajo las calles del centro de la ciudad en sentido contrario al primero.

Así las cosas en junio de 1983 volvimos a reunirnos los exploradores de la primera expedición y otra vez nos infiltramos a escondidas hasta el mencionado traspatio con tanta suerte que la nueva puerta de lámina que habían colocado estaba sin el candado puesto.

Sin mayores problemas nos adentramos en el túnel y lo primero que notamos fue la enorme diferencia entre un estilo arquitectónico y otro porque en lugar de arcos y enormes bóvedas como en el anterior en el que ahora ocupaba nuestra atención se nos presentaban piso, techo y paredes, recubiertos por una capa de mezcla con cemento.

La forma del túnel es cuadrangular muy semejante a la del viaducto del parque Juárez de Xalapa pero con altura y ancho de apenas la mitad y en el interior vimos una inscripción donde se asienta que este sitio fue reparado en 1908 por la constructora León de México S.A.

Cabe citar que a lo largo de todo el túnel que mide 180 metros de longitud hay un canal que conduce agua clara y limpia y en un sector el túnel posee una ramificación de 20 metros de largo y en su ángulo superior derecho hay una filtración de luz de gran tamaño por lo que decidimos analizarla con detenimiento, apreciando que estábamos bajo una atarjea al pie de la banqueta de la calle de Juan Soto.

Dejamos la remificación y volvimos al túnel principal hasta llegar a una zona amplia y circular con el techo de concreto que sólo dejaba ver una serie de pequeños agujeros que permitiían la entrada de luz que se interrumpía cada 6 o 7 segundos.

Los cuatro nos colocamos justo abajo de los agujeros y nos dimos cuenta que nos encontrábamos bajo el pavimento en el cruce de las arterias de Xalapeños Ilustres, Landero y Coss y Juan Soto.
Ahí finalizaba el tunel en sus dimensiones antes mencionadas y sólo se le unía uno muy estrecho por el que llegaba el agua que lo recorría en su totalidad, procedente del manantial de Techacapa que brota del patio de una casa de Landero y Coss.

Después de comprobar que el pasadizo no tenía más ramales, iniciamos el recorrido hacia la salida y por la tarde nuevamente fuí a cuestionar al profesor Ramírez Lavoignet quién se mostró feliz por nuestro nuevo hallazgo. De hecho a su estilo nos felicitó efusivamente.

Precisó que lo que encontramos fue la legendaria acequia virreinal construida en 1797 aunque en el plano de 1776 se muestra marcada y corriendo a cielo abierto.
El diccionario dice que acequia es un canal por donde se conduce agua para diversos fines y el profesor Lavoignet añadió que se edificó para canalizar hacia las afueras de la colonial Xalapa todas las aguas de la parte norte como los barrios de Xallitic y Techacapa.

Subrayó que la acequia era muy antigua cuando el 24 de noviembre de 1847 se tomó en cuenta como posible medio de escapatoria a los héroes xalapeños Antonio García y Ambrosio Alcalde.

El cronista de la ciudad recordó el acontecimiento con todo lujo de detalles y comentó que los patriotas filántropos Canovas y Kennedy dejaron abierta la tapa mencionada que entonces era más amplia y que mucha gente conocía como El Boquerón.

Esto se hizo con el fin de que al pasar por ahi con el pelotón de fusilamiento los prisioneros pudieran zafarse de los guardias y saltar al interior del subterráneo para seguir después por el túnel del Cuartel del Vecindario (Diego Leño) y huir por el monte a un costado del Puente del Obispo (actualmente confluencia de Diego Leño y Santos degollado) que por esa época marcaba los límites de la ciudad.

Añadió el historiador que la escolta pasó por ahí proveniente del convento de San Francisco (hoy parque Juárez) y de la Posada Veracruzana (Centro Recreativo Xalapeño) pero que debido a un gesto patriótico, ambos militares prefirieron ofrendar sus vidas antes que escapar a través del centenario pasadizo.
Ambos fueron fusilados en la plazoleta de San José (hoy Alcalde y García).

A principios del año 2007 se hicieron trabajos de reforzamiento del pavimento de la avenida Xalapeños Ilustres y los encargados de las obras se percataron de la existencia de la acequia sin que la modificaran o dañaran en lo más mínimo.
Nosotros al explorarla en su totalidad jamás nos imaginamos que tuviera tanta historia y creo que por todo esto valió la pena hacerlo.

Isabel, Máximo, Antonio y José Luis dentro de la acequia.